Pedir a nuestros
hijos que colaboren en las tareas de la casa es una forma sencilla de educarles
en el sentido de la responsabilidad y una oportunidad para que comiencen a ser autónomos.
Siempre y cuando
aseguremos primero su seguridad, y dependiendo del grado de madurez de cada niño, hay
muchas tareas en las que desde edades muy tempranas pueden participar. Hacer la
cama, poner los platos en el lavavajillas, ordenar sus juguetes, vestirse,
regar las plantas, poner la mesa tender o recoger la ropa seca son un
ejemplo de tareas cotidianas en las que pueden colaborar los niños a partir de
los tres años.
Aunque hacerles
partícipes en la dinámica del hogar ofrece muchas ventajas para su desarrollo,
somos conscientes de que supone un esfuerzo para los padres. Ya sea porque no
queremos volver a repasar luego la misma tarea o porque se pierde mucho tiempo
haciéndolo con ellos, es frecuente que los padres acabemos haciendo muchas
cosas por ellos y que nos resulte más fácil y rápido hacerlo a nosotros. Por eso es importante que conozcamos
los beneficios que tiene para el desarrollo de nuestros hijos y que entendamos
que, aunque rompan cosas, ensucien más de lo que limpian, se quede la cama
medio deshecha o la ropa esté medio arrugada, les estamos ofreciendo una gran
ventaja en su desarrollo: confianza en sí mismos, sentido del trabajo en
equipo, sentimiento de responsabilidad por sus acciones y desarrollo de su
autoestima.