A finales
de los años 80 el ilustrador británico Martin Handford creó al simpático personaje
Wally y publicó sus primeros libros ilustrados. Desde entonces, la colección de libros ¿Dónde está Wally? ha
sido uno de los pasatiempos favoritos de muchas personas. Su funcionamiento es
bastante sencillo: encontrar a Wally en ilustraciones que están repletas de
numerosos elementos
distractores, dificultando así la tarea de encontrarlo. Pero lo fundamental de su obra, a juicio de su autor,
es «el carácter didáctico de los libros, y cómo estos ayudan a que los pequeños
agudicen su percepción visual».
Y es que los libro de ¿Dónde está
Wally?, a parte de desarrollar la agudeza visual, son una fantástica
herramienta pedagógica en muchos sentidos. Con ellos se puede desarrollar el
vocabulario usando el texto que aparece en cada imagen, que da pistas y sugiere
la búsqueda específica de objetos. También son ideales para ejercitar la
atención y la concentración puesto que es necesario tener claridad exacta sobre
el objeto que se busca, recurrir a la memoria visual y analizar con calma cada
rincón de la imagen. Igualmente, son un buen ejercicio para desarrollar la
orientación espacial, habilidad primordial para la lectura y la escritura,
porque permite poner en práctica la lateralidad, la ubicación de los objetos y
la comparación. Además de todo esto, como la imagen suele ser saturada y con
muchos objetos camuflados, hay que recurrir a la perseverancia y a la
paciencia.
A parte
de los libros de ¿Dónde está Wally?, hoy en día existen numerosos
libros, juegos y aplicaciones que siguen el mismo formato y están adaptados a
diferentes edades. Como las apps Find Objects o Hidden Objects; el
juego Lince o los libros de I Spy.
Ya sabéis, si tenéis algún libro de Wally guardado,
pensad en recuperarlo y aprovecharlo para entretener a vuestros hijos.